Crónica
IRSE ES MORIR UN POCO
Raúl Hernández
Desaparecer, marcharse, irse. “Decir adiós es crecer”, dice Gustavo Cerati en su canción Adiós. Pero crecer es imperecedero y fatal, bien lo saben la araucaria y las casas antiguas. Estirar ramas o maderos podrá ser una concreción hacia un absoluto inocuo, pero demacrante. ¿Por qué no despedirse hacia adentro? ¿Un infra adiós? ¿Una salida por la puerta trasera?
J.D. Salinger luego de escribir sus libros El guardián entre el centeno y Nueve cuentos decidió hacerse a un lado y desaparecer, ocultar sus formas, pero no sus letras. El precio no importa, lo que importa es la lejanía impuesta de forma aplicada, asumiendo la exacerbación llevada al límite, espantando a los visitantes con tiros de escopeta. ¿Y por qué despedirse? La obra, por sí sola, no responde a esta pregunta, y queda tendida en la hamaca de la historia, zigzagueando frente al viento de las bibliotecas. Juan Luis Martínez habla de la imagen velada del autor. La desaparición del poeta en pos del limpio aullido de la obra. Incluso escribe ese genial poema La desaparición de una familia como un instante de continua perpetuidad, en el cual el lector se somete a la fragmentación dubitativa, como un puzzle al cual se le pierden de a poco sus piezas, día tras día, haciendo que el paisaje cada vez sea una región en el mapa al cual le han quitado territorio. La desaparición será esta vez la despedida del autor que tacha su nombre con alevosía.
EL AMANTE DE LA MUJER MARAVILLA
Carlos Yusti
En otras oportunidades he escrito sobre ese síndrome de Sancho Panza que me asalta al momento de leer cuentos o novelas, es decir que soy un aguafiestas y no trato do confundir gigantes con molinos. Vladimir Nabokov lo postuló sin miramientos: “La verdad es que las grandes novelas son grandes cuentos de hadas...”. Situado del lado de Sancho Panza se pueden distinguir los molinos de viento a lo lejos; no obstante, y aunque siento envidia de la afiebrada imaginación de Don Quijote, tengo siempre presente que la realidad es dura y desolada como un cuadro de Giorgio de Chirico.
También he contado que me inicié en la lectura por los suplementos de comiquitas y luego por las novelitas vaqueras escritas por un español con el sonoro seudónimo de Marcial Lafuente Estefanía.
Nabokov recomendaba a sus estudiantes que las grandes novelas, a las que consideraba obras de arte, eran, invariablemente, la creación de un mundo nuevo y al cual se debía estudiar haciendo énfasis en los detalles, un mundo sin conexión con los mundos ya conocidos. El mundo de las comiquitas (o el cómic) es por antonomasia un mundo desconocido, un universo iconográfico que enriquece nuestra realidad. Scott McCloud ha escrito: “El cómic no es un género literario ni un estilo artístico. Ni un mero híbrido del arte del dibujo y de la literatura. Es un arte basado en lo visual (el mundo entero de la iconografía visual) y en el mundo invisible de los símbolos y del idioma”.
IDENTARIO DE UN HEROE PATRIO
Pásele un pañito, ¡Mire que venir a cagarlo una paloma!
El héroe no se divierte, la seriedad es su fiesta patria. Su serio discurso es voz que calma y da bríos al festejo, es canto que insiste desafinado y empeñoso en aras de acordarnos de su vida, de su muerte. Nada de andar bromeando. El héroe advierte, allí nadie lo entiende, nadie lo escucha, le rehuyen. Más cuando revolotean asuntos que atañen o involucran su enmarmolada representatividad, su broncínea estirpe de guerrero sin guerras, sin ejemplo heroico, su sin trayectoria que desencanta, y son los tórtolos, aquellos que cagan en vuelo justo y raso su musgosa coloralidad, los encargados de confirmar que, por él, no doblarán ni las campanas y ni siquiera un paño blanco afranelado se hará presente para limpiarle toda su corrosiva humanidad. ¡Te vamos a cagar héroe! se escucha, se murmura, a lo lejos, al viento.
Y si bien el héroe está en su sitio, él duda, lo desconcierta tanta tarima impuesta, tanta obsecuencia, tan desmedido afecto lisonjero. El héroe es tristeza del alma, llanto profundo, acidez estomacal de pichones, lluvia ácida que lubrica sus faltas, que funciona como solvente, como detector de tanta penuria que aletea en su oculta alegría, en su gesto apenas cálido, demasiado inerte, nota la ausencia de carisma, se da cuenta de su carencia de dones, de ser un héroe demasiado impuesto, cree no merecer tanto beneplácito mirón, todos sus penares de estar pétreo le asfixian, y no es gratuita la performance bravía y gástrica de palomas, gorriones, loros, canes e incontinentes paseantes, llevan como mensaje, quizás, la odiosidad de algunos... de muchos, a su impoluta obra, allí el héroe se desencanta, no es para menos, tanto mierdal y orines, que circundan su ser, lo apestan, no es capaz de vivir en paz con tanto desprecio, con tanta acuosa y pestilente mezquindad que lo aborda.
El héroe se detiene, y no para de decirse (la autocrítica le nace, lo curte, lo nutre), el tiempo le sobra, y lo sabe, para cuestionar su estoica... su épica figura de prócer, su gallarda valentía de estar expuesto por tantos años y terminar siendo un indeseado, todas las melancolías de ya no ser nada son su opresión, su escarnio. El héroe es inmarcesible (la palabra lo obsesiona) nadie riega elogios en su ya descuidada estatua independentista, en su falso talante y tallo defensor patrio de ideas foráneas, de complotes políticos, de la inmensa necesidad de proyectar autodeterminación. –No somos nada- se atreve, se dice, pluraliza su mediocridad, generaliza su indefensión, masifica su mísero sitial otorgado.
El héroe está en su sitio, insiste, finalmente localiza su meta, su estado de sitio, grita al viento y a quién ose escucharlo lo malagradecida que es la vida con los héroes, y vuelan plumas en su sollozo, se revuelve el gallinero, más cuando las fecales penetran su coraza y le vienen a cagar la fiestoca, y se agita, se estremece, agudiza todas sus contradicciones, altera su pose, irrita su menoscabo, radicaliza y hace urgente su viril, aunque paupérrimo y ridículo, porte. Y sépanlo ¡Sí! sépanlo señores, el héroe levanta vuelo, nunca cae en errores, éstos lo hacen rebotar. El héroe nunca está solo, la soledad es su fiel compañera. El héroe es nuestra realidad y realmente se equivoca. El héroe es un bulto, se acomoda en cualquier parte.
REENCONTRANDO A MAHFUD MASSÍS
Por Raúl Hernández
Hace algunos años leí por primera vez algunos poemas del poeta chileno Mahfud Massis en su Antología (Editorial Dialit, 1990) que compré en un cajón de saldos. Este libro publicado en Venezuela (lugar de exilio del autor) fue mi acercamiento inicial del cual no guardaba fanáticas nostalgias. Si bien consideraba de gran calidad el corpus poético recopilado en su antología, no veía con grandes ojos enamoradizos los entretelones de la imaginación de Massis. Ahora, años después, me reencuentro con su obra luego de una visita que realicé a San José de Maipo, lugar en el que un amigo, el escritor Juan Pablo Yáñez Barrios (de abuelos gloriosos: Eduardo Barrios y Juan Emar), me obsequió el libro "Elegía bajo la tierra" (Ediciones Polémica, 1955), el que leí con premura después de bajar de la cordillera. Pero antes de comenzar los 27 poemas de "Elegía bajo la tierra", el poeta Massis escribe un prólogo (Palabras en el muro) en donde plantea su visión obsesa sobre el tema de la muerte, situándose este como leit motiv escritural: yo opto por el hecho poético cruento, que persiste en la memoria con la violencia de su impacto emotivo.
LA CERTEZA DE THICH QUANG DUC
Por Alvaro Oliva
Para nadie es un misterio que el budismo ha sido prohibido en muchos lugares del mundo y ni siquiera es necesario desempolvar la historia de las atrocidades que se han cometido en China, ya que hoy más que nunca han salido a la superficie. Sin embargo, uno de los tantos "mártires" que han surgido quedó inmortalizado para siempre por el fotógrafo Malcolm Browne.
Thich Quang Duc fue un monje budista que se manifestó en contra de la persecución religiosa en el año 1963.Su imagen dio la vuelta al mundo después que su sencilla vida se cruzó con Browne y su curiosa cámara ávida de éxito
Durante la mañana del 11 de junio, de 1963, Malcolm se acercó al cruce del boulevard Phan Dinh Phung y la calle Le Van Duyet, en el centro de la ciudad vietnamita de Saigón. Este lugar se había convertido en el epicentro de una protesta de monjes budistas en contra del gobierno católico de Ngo Dinh Diem que continuamente reprimía el pacífico credo de los manifestantes.
CHARLTON HESTON, La épica acartonada.
Columna de Carlos Yusti
“Los actores son muy felices, porque tienen una gloria sin responsabilidad.”
Alfred De Vigny
La película que llega a las playas de mi memoria de Charlton Heston es aquella deciencia ficción futurista titulada “Cuando el destino nos alcance”. Es el año2022. La población ha superado cualquier número estadístico de crecimiento y como es lógico la comida no alcanza. La gente desesperada protesta y esbrutalmente reprimida. Grandes palas mecánicas empujan a los manifestantes comosi fuesen desperdicios. A todas estas un millonario ha sido asesinado. Un detective privado investiga y una corporación que produce alimentos sintéticosestá a punto de lanzar su nuevo producto: el Soylent Green. Lo que descubre eldetective, interpretado por Heston, es un hallazgo macabro. Michael Moore lo desempolvó un poco en el documental Bowlin for Columbine. Allí lo descubrimoscomo un Republicano conservador y achacoso.
Como actor nunca calzó de lleno en sus personajes y quizá su mejor desempeño fuecomo Miguel Ángel, del resto se repetía de un personaje a otro: forzado, tiesoy sin fluidez.
Daba la estampa de un físico-culturista de segunda. En Ben-Hur, quizá su películamás publicitada, combina cuerpo menos talento menos actuación y todo eso sumadodaba una superproducción a lo Hollywood: muchos extras, el CinemaScope y losbuenos triunfando siempre, llegando ala meta a pesar de todo.
IDENTARIO DE UN HEROE PATRIO
¡Oiga! el prócer es como cortito ¿se fija?
Por Carlos Osorio
El héroe no encaja en el molde común de los mortales. -¡Es corto y qué! Allí el héroe no tiene nada que hacer, no le alcanzó nomás, así nació, así murió. -Nunca fue grande pues, ni a la altura de las circunstancias. -Fíjese usted, ni el plinto le ayuda a empinarse sobre la media y, más encima, el artista (no faltan al llamado de la patria) sobredimensionó, pero como al revés, su estatura de líder, sus circunstancias incluso. -Quedó como rebajado lo noto, como que pareciera se redujo su humanidad entera de estadista, hasta el ego se percibe minimizado, más enano, inclusive su autoestima se ve acomplejada. ¡Pobre! -Se le achicó hasta el coraje.
El héroe es un pequeño patrimonio, nos casa con su potestad y apresa nuestras conciencias, el respeto al derecho ajeno no es su lema, él se apropia y hace suya nuestra urgencia y, no hay caso, no sólo contempla lo que fuimos, pese a la dificultad de su porte estadístico, la intensidad de su obra (gruesa) se permite vislumbrar más allá del devenir y, más allá de su escaso horizonte, traduce y prepara lo que la vida nos depara. Su altura de miras pitoniza el momento, porque sépase, su monolito, no sólo lo convierte en mito-mitómano; la falsa clarividencia se le viene de una vez, la perspectiva de ésta lo sobrepasa, no en vano la horda lo acompaña, lo sigue, lo adora y, por sobre todo, le cree.
Y es allí en donde el héroe convoca y el besamanos se multiplica, hasta el besa pies se hace urgente, más aún, no faltan aquellos fanáticos que trepan sobre su humanidad y allí, ni hablar, el solo de trompeta, de corneta, son su miel, porque así es el héroe, proclama lealtades y no traiciona ante el mamón arrebato que sus huestes saborean.
JIMMY McSHANE: UN ESPECTRO DE LA GALAXIA POP DEL SIGLO XX
Por Alvaro Oliva
alvaro_oliva@hotmail.com
La primera vez que escuché una canción de Baltimora fue en el año 1986, si mi castigada memoria no se equivoca. Recuerdo muy bien a mi adolescente prima discutiendo con su hermana sobre el significado de la letra correspondiente a la canción "Tarzan Boy", una verdadera goma de mascar, muy pegajosa.
Mi prima creció y hoy en día es una respetada madre de familia muy ocupada en sus asuntos y quizás ni recuerda al grupo Baltimora, ni el triste final del vocalista que alguna vez ocupó un segundo de su acelerado cerebro.Sin embargo, aunque nunca llegue a saberlo, su vocecilla inculcó un buen sonido en mi esponjosa memoria que hoy puedo compartir y recordar.
BRACEA
Por Raúl Hernández
raul.hernandez.o@gmail.com
El exceso de carencia es de buena forma sobrellevado, sólidamente trabajado en el último libro de la poeta chilena Malú Urriola. Las fracciones ligadas al traslado fatal hacia un mundo de monstruosas situaciones son el gesto deforme de una obra transmutada. Los instantes se quedan como escenas de película rara, abriendo un zig zageo que adecuadamente se traslada hacia efímeras escenas de felicidad. La hermandad obligada y la inevitable privación de normalidad, cuaja de gran forma y se posa en imágenes inclinadas hacia oscuras fotografías.
La muerte sólo es un secreto y ya no es menester de algún sufrimiento. Conocer un amor de tres piernas, llevar una vida siamesa, tener dos madres y vivir una niñez de perros atropellados por trenes y tibios rasguños de alambre de púas sólo es parte de una vida sin inercia, asimétrica, casual.
La escritura de un diario de niñas limitadas y vivir de una vez por todas estos fríos momentos de desesperanza con la ternura de quien ve animales en las extrañas formas de las nubes. Las miradas se acercan poco a poco, y la escritura se transforma en un nuevo gesto, nuevas moralejas, disímiles mensajes que nos indican la dirección del viento, de la tarde, de la ciudad. Una vida fragmentada.
IDENTARIO DE UN HEROE PATRIO
¡Uy, que lindo que se ve desde aquí abajo!
Por Carlos Osorio
El héroe se impone, se legitima, la legalidad lo absorbe, es su decreto supremo que lo llama y estruja. Su busto es su coraza y de allí nadie lo saca. A su estirpe, a su clase de prohombre, nadie la mueve ni zamarrea de su condición oficial. El héroe saca pecho, lo infla, detenta el raro orgullo de pertenecer a la enciclopedia, aquella de los héroes por encargo, esa que lustra y pule su señorial imagen con letras inacabadas, de color áureo. Así, su fachada, su frontal pose, esculpida en el nicho o cama, en el taller de urgencias que la nación detenta, ya luego de ser cubierta con la mortaja que aprueba su asunción o debacle, su vida o muerte al foro cívico de altares, es su caballo de Troya que, sin rumbo cierto, lo trasladará con todo y petacas, a galope y a pasodoble si se puede (esa tonada rememora su brioso corcel que, seguramente, nunca será estatua) a emanciparse, a contrapelo, a su sitial del honor, al justo espacio que otorga la serena y antojadiza reflexión de hombres sabios, que saben de antemano (las blancas canas o crin suplen la inteligencia) de cómo pasarse de listos y hacerse los vivos con el insigne muertito.
El héroe es pétreo, por la patria no se arruga, menos ante las lapidarias turbas que, en algún momento, puedan denostarlo e incluso ac-echarlo. Al héroe los peñascasos lo legitiman, porque una piedra en su humanidad es una piedra en su sinuoso camino por ser prócer y eso es sinónimo de aceptación y, también, de envidia de quienes ven en él, lo que nunca serán. El héroe no tiene quejas, porque quejarse es aflojar, soltar las riendas de la historia. Ablandar es simplemente mostrar la hilacha de su elección de ser erigido, dudar siquiera es soltar la prenda obsequiada, que recuerda sus años de vida, su aplomo de desconocido pre-héroe, de eterno mancebo hermoso por más feo que lo han de ver. Su legado, grabado con cincel, es su tarima abonada sobre suelo patrio, que no se inquieta ante el escupitajo, ante la irreverencia de subversivos salivales, ante el arrojo urinario de canes y de incontinentes borrachines.
DOS LIBROS
Por Carlos Yusti
Historia y novela en Denzil Romero
Celso Medina
FondoEditorial del Caribe
167 páginas
Denzil Romero abrió nuevos derroteros en eso que los especialistas y académicos denominan novela histórica, sus aportes irreverentes son indiscutibles. Leído a medias (o con cierto desdén) en su momento legó una obra literaria importante,que sin duda tendrá sus lectores, tesistas y críticos de rigor los cualescolocarán en una balanza sus aportes estéticos a las letras nacionales.
El de Celso Medina “Historia y novela en Denzil Romero”, editado por el Fondo Editorial del Caribe, se inscribe en esa tónica. El libro es un estudio, blindado de una rigurosa investigación, que acerca al lector a los pormenores de la novela histórica cultivada con desabrochada intemperancia por Denzil Romero. A pesar de lo minucioso del estudio este no es monótono ni bostezante. De manera ágil Celso Medina aborda el tema sin dejar nada al azar e intentando colocar todo en equilibrada perspectiva.
Las primeras páginas del libro intentan aproximar al lector a ese concepto, algo escurridizo, de “Novela Histórica”. El autor se pasea por distintas hipótesis y conjeturas sobre dicho concepto y cita a los teóricos más solventes para llegar al hueso de un concepto sencillo y transparente. En otra parte del libro se sumerge en la novela y la historia en Venezuela. A este respectoel autor acota: “La Novela Histórica venezolana continúa la misma tradición de escamoteos que han venido caracterizando a la historiografía nacional, pero es explícita en sus intenciones; no se ofrece como proveedora de la totalidad histórica. Alienta más bien la conciencia de que no hay una historia única,sino historias fragmentadas a la que es posible acceder desde variasperspectivas y lo que es más importante: la historiografía no es el límite de lo ficcional. Ella no sólo aporta sus certezas, sino también sus silencios. Allí, el novelista encontrará espacios que le servirán de pivote parafantasear”.
DESTELLOS CRUZANDO EL ATLANTICO
Por Alvaro Oliva
Basta con leer algunas líneas sobre la vida de la monja y escritora María de Agreda para sentir el ansia de ser un receptor de poderes indescriptibles y extrapolarnos de nuestra realidad. Por ahora hay que resignarnos (cuestión que por lo demás no cuesta para nada) a nuestra inherente naturaleza hedonista y sin sentido, propia del hombre del siglo XXI.
Para relatar la historia de esta mujer es necesario dejar a un lado el celular, pendrive y otras distracciones emergentes (que por lo demás están matando de infartos fulminantes al "exitoso" contemporáneo chileno de hoy) y trasladarnos al año 1602, cuando nació María de Agreda, en España.
El pueblo de Agreda (Soria) fue el escenario donde María dio sus primeros pasos. Desde pequeña manifestó interés por convertirse en monja para más tarde entrar al convento donde permaneció gran parte de su vida y desarrolló su espiritualidad.
Según muchos testigos ella entraba en sueños profundos donde no era interrumpida por ningún miembro del claustro.Cuando despertaba expresaba incoherencias y contaba que había estado evangelizando a un grupo de indios.
A pesar de que era religiosa, su testimonio se convirtió en carne de primera para la inquisición que miraba con desconfianza estos hechos.
Sin embargo, lo que para muchos fue un simple sueño o el delirio de una mente perturbada llegó a trascender, a través de los años, por la realidad que se apoderó de esta situación. En esa época, España estaba tratando de "catequizar" a los habitantes del nuevo mundo a través de misioneros que, muchas veces, eran fanáticos y no tenían noción de la riqueza y tradición que en otras culturas podía existir.
Por Carlos Osorio
clom99@gmail.com
El héroe se gesta y germina en la soledad que el ejercicio del poder necesita. En la oscuridad célibe, asexuada y onanista que algún asesor de la patria propone a secas y en seco. Nace para algunos y se hace el muerto para otros, porque se cría y crece odiosamente planificado; lo preparan para ser adulto, para que guíe nuestro calámbrico paso, nuestra inocente e inmadura necesidad de contar con héroes, una especie de orientador preciso, que señale el rumbo exacto y, si se puede, nos acompañe o nos lleve, eternamente, sobre su robusto y forjado lomo.
El héroe se fortalece, su bronce se asolea y no hay duda que la protección que porta lo hace más héroe. Estoico quizás, porque nadie sería capaz de soportar tanto bronceado que obsequia la débil capa de ozono o esa mácula climática cuando el frío arrasa. Son su cáncer de piel a vista de todo mundo, cuidado sin ungüentos, sin sombrillas, que no hace sombra a su recio y patinado porte. El héroe se halla héroe, para eso nace, por eso se desvive. Nadie le cuenta cuentos. Nadie le oxida su pasado, menos su paso terreno. Su miel romana es su maquillaje y ropaje de mil batallas, el irreverente estiércol palomero su única derrota y mancha, que bien cuestiona su exagerada hoja de vida.
El héroe es un anónimo antónimo, es conocido de todos y de nadie, eso pretende. El héroe no tiene nombre, se lo buscan en la guía de sociedades anónimas o en las lápidas señoriales exitosas; su bautizo se planifica en la pileta que baña a los de su clase, haciéndolo más a-dorado, más epitáfico, menos mundano. Se encuentra en la historia porque la historia reclama que sea el indicado, su yo merito, se esmera en la demanda que así sea, y la historia, que antojadiza se escribe, le obsequia el perfil benemérito con robustos escritos, con interminables loas, porque no es sencillo, ¡No! El héroe no inventa ser prócer, sus intermediarios derrochan coraje y uno que otro billete, con su rostro dorian gray, en aras de resarcir o de costurear toda filigrana que lo hará más retrato de héroe, más paño que cubra el polvo de la tierra o delicado sudario patrio infalsificable.
ROZANDO EL IMPERIO DE LA LOCURA
Por Raúl Hernández
Nunca he sido fanático de David Lynch, pero siempre termino viendo sus películas. Y casi siempre en el Cine Normandie, con los asientos que incomodan después de la media hora y la cinta que se desordena de vez en cuando. Pero bien, es el cine que me gusta, esa imperfección hace juego con mi imperfección. Y entonces me involucro en esta nueva película de Lynch (Inland Empire) en la cual nuevamente nos adentramos en sueños que no son tales, ideas que no son tales, o viceversa.
La protagonista (Laura Dern) hace del ceño fruncido la mueca de la vida y nos invita a conocer una película en donde transcurre otra película en donde esta chica, que es una actriz, obtiene el papel principal en un remake de una antigua película polaca en donde sus protagonistas son asesinados quedando su filmación inconclusa. Entonces, la actriz se transforma en su papel, en su rol, y comienza la pesadilla, las prostitutas, las calles, los hombres con cabeza de conejo, las escalinatas sombrías, los pasajes claroscuros, y nuevamente en esta chica que representa el cine de la vida. Porque si bien estos momentos son tortuosos y crípticos, casi injustos dentro de una perspectiva de equilibro, es una forma de sentir esta paranoia simple de ser parte de un film que sobrepasa nuestras fronteras de la realidad. Ser protagonista, productor, director y guionista de nuestro propio descalabro.
NOSTALGÍA MARCA REGISTRADA
Carlos Yusti
He aprendido tarde (y mal) que laliteratura no es la vida aunque ésta le agregue ese aderezo imprescindible que es la imaginación. Uno que anda por la existencia de gris, para no desentonar,utiliza la escritura para darle color a ese mundo particular de la escrituraque enumera los enseres del amor, la rabia, la alegría y la pena; un mundoespecial cimentado con palabras y silencios.
Hay un cuento titulado “Una mesa es una mesa”, de Peter Bichsel que refiere la historia más o menos (cito dememoria) de un hombre entrado en años, que habla lo indispensable, cuyo rostrotiene las marcas del cansancio y la rutina; es tal el asunto de su cansancio que perdió la capacidad para reír o disgustarse. Es un hombrecito corriente queusa un sombrero gris, una chaqueta gris, pantalones del mismo color y en elinvierno un sobretodo también gris. Es huesudo a tal extremo que las camisas le quedan holgadas. Su vida transcurría de manera monótona. Un día se percató que la gente habla como si nada y se entiende. Entonces decidió que todo necesitaba sufrir un cambio y esa idea lo animó bastante. Así comenzó a cambiarle elnombre a los objetos del cuarto donde vivía. Así la cama ahora se llamaba cuadro, la silla era el reloj, La mesa era ahora una alfombra, El periódico erala cama, el espejo era el álbum de fotografías y la silla era sueño. De esa manera cuando la silla daba la 6 de la mañana, el hombrecito se levantaba delcuadro. Hacia sus ejercicios matinales y después Iba a la silla colgada en la pared para verificar la hora. Luego buscaba un sueño para sentarse en laalfombra y comenzaba a pasar las páginas del espejo. Después pasando las hojas de la cama leía las noticias.