Rodrigo Quesada M.
ALGO SOBRE EL BUEN NOVELISTA BURGUÉS: GUSTAVE FLAUBERT (1821-1880)
Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge
Si hemos de tomar al pie de la letra el postulado aquel de que el siglo XIX es el siglo por excelencia de la novela burguesa, nada nos podría hacer màs felices en ese sentido que hablar de Gustave Flaubert. Recordar los ciento veinticinco años de su muerte es un buen momento para evocar algunos de los aspectos màs gentiles de la Francia burguesa, así como también algunos de los màs sórdidos.
La segunda parte del siglo XIX europeo tiene a su haber un importante semillero de novelistas, músicos, pintores, poetas y dramaturgos, de tal calibre que resulta triste y a la vez siniestro tomar conciencia de que este es el escenario en que se despliegan las peores miserias de la revolución industrial y de la cultura burguesa. Nadie podría hacerse de la vista gorda ante contrastes tan violentos como los que evidencia la descomunal riqueza sobre la que reposa el arrogante y pretencioso imperio británico, porque a su lado se encuentra también la mayor cantidad de pobres en toda la Europa industrializada.
Sin embargo, si nos percatamos, difícilmente la pobreza se convierte, por estos años, en un tema estético que fuera preocupación esencial de los escritores y de los poetas. De hecho la pobreza nunca será asunto de la literatura o de la pintura, si no es en la dimensión demasiado abstracta de los silencios de sus autores màs que en su elocuencia panegírica o demagógica.
LA HERENCIA DE LEON TROTSKY
Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge
Recordar los sesenta y cinco años del asesinato de Leòn Trotsky (1879-1940), en Mèxico, por un agente del estalinismo, no es simplemente un asunto polìtico que le pertenezca a una secta delirante de cazadores de infortunios y de promotores del izquierdismo inoportuno. Cuando se trata de Trotsky, como pensaba Orwell, se està considerando a una de los pensadores polìticos màs agudos y brillantes de la primera parte del siglo XX. Pero ademàs, a uno de los teòricos de la economìa polìtica, de la estètica, de la estrategia militar y del antiimperialismo mejor articulados y màs productivos. Una vasta obra que ronda los cuarenta volùmenes, escrita al fragor de los enfrentamientos con los contra revolucionarios rusos durante los inicios de los años veinte, de las acaloradas discusiones y de las persecuciones de los estalinistas por diversas partes del mundo, hasta la estocada final, revelan a un personalidad cuya templanza y lucidez escasean lamentablemente en la izquierda de hoy.
El pensamiento de Trotsky tiene la particularidad de haber tocado los temas màs atractivos de la agenda acadèmica y polìtica de la cultura del siglo XX. No dejò desatento un solo asunto que pudiera haber afectado la libertad, la independencia y la creatividad revolucionaria, en momentos en que la brutalidad del estalinismo y del nazismo reveleba un mismo propòsito.
NECROLOGÍA DEL EXISTENCIALISMO
Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge
En el año en que recordamos el centenario del nacimiento de Jean Paul Sartre (1905-1980), algunos críticos, poetas y filósofos encontraron el momento oportuno para adelantarse a declarar la muerte del existencialismo como corriente filosófica y de pensamiento del siglo XX. Esta pose necrológica llegó un poco tarde para otros, sobre todo porque el acercamiento entre marxismo y existencialismo, transitorio màs que ninguna otra cosa, los obligaba a declarar la muerte de todo aquello que alguna vez tuviera algo que ver con las ideas de Marx. Los entusiastas y perentorios sepultureros del marxismo querían borrar de la tradición del pensamiento occidental todo posible contacto històrico con corrientes de pensamiento otrora supuestamente impolutas de ateísmo, materialismo, o de antropología filosófica que pudiera recordar el paso de Marx y de su herencia por Occidente, como si su pensamiento tuviera raíces y orígenes completamente diferenciados.
La vuelta al existencialismo de Kierkegaard y Schopenhauer, ignorando a Sartre, significaba esencialmente que, debido al filtro del materialismo històrico aplicado por éste último, los valores primigenios del mismo, debìan ser recuperados para revitalizar algunas categorías analíticas que habían perdido su poder explicativo de la sociedad contemporánea, tales como la angustia, la fe, la responsabilidad histórica y sobre todo la libertad.
A 60 AÑOS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge
El siniestro recuerdo de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) nos sobrecoge a todos aquellos que, aunque no la hayamos experimentado en carne y hueso, tenemos fe y creemos en un futuro mejor para la humanidad. Es a los ingenuos, precisamente, a los que nos llena de terror la repetición de un fenómeno similar, cuando en realidad no queremos percatarnos de que guerras, con casi idénticos propósitos, se viven hoy regularmente en diversas partes del planeta.
La Segunda Guerra Mundial puso en evidencia nuestra enorme capacidad para destruirnos, esta es una verdad de Perogrullo, pero nunca se insistirá suficiente sobre la herencia atroz y tenebrosa que nos ha dejado. La industrialización de la muerte a que nos acostumbraron los nazis, lección tan bien aprendida por las tropas de los Estados Unidos y de la OTAN, así como por la vieja URSS y sus secuaces del Pacto de Varsovia, nos enseña que las recomendaciones dadas por Sun-Tzu hace miles de años, en el sentido de que la guerra es un arte, son solo en realidad ilusiones del pasado. La guerra dejó de ser un arte hace mucho tiempo y se nos ha convertido en plena nariz en la mejor de las industrias de que disponen las pretensiones expansionistas del sistema capitalista y su civilización, sustentada esencialmente en la noción de la muerte y sus distintas expresiones.
EN MEMORIA DE CABRERA INFANTE
Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge
En las obras del gran escritor cubano siempre se encontró algo muy raro en la literatura latinoamericana de los últimos cincuenta años: el humor. Pareciera que en esta parte del mundo hemos asumido la vida con tal grado de seriedad que nos resulta imposible imaginarnos a un novelista, un ensayista o, incluso, un poeta con cierto tono humorístico en sus trabajos y en sus días. Porque hasta la pequeña o gran biografía pueden estar ahítas de humor, ese humor sano y picaresco del que està llena la mayor parte de la creación de nuestro admirado y recordado Cabrera Infante.
Existe el humor ácido, amargado y destructivo como el de Vargas Vila, o el humor juguetón, risueño y agudo como el de Chesterton. El humor sensual de García Márquez y el humor erótico de Jorge Amado. Pero el de Cabrera Infante tiene la virtud de ser esa clase de humor que llega a los rincones màs ocultos de nuestra conciencia y de nuestra vida cotidiana. Porque està construido, precisamente, de cotidianidad, de la que sólo él sabía sufrir y transmitir. Con Cabrera Infante la literatura latinoamericana hizo ingreso en un ámbito totalmente desconocido: el del humor al servicio del lenguaje, y no al revés. Los juegos lingüísticos y los chisporroteos semánticos convierten a la literatura del escritor cubano en uno de los instrumentos màs novedosos en el quehacer literario de estas latitudes.
SANTA SOFÍA
Catedral Santa Sofía , Estambul
Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge
Conocí a Jürgen en el proceso de reconstrucción que siguió al triunfo de la revolución sandinista en la Nicaragua de 1979. Era uno de esos alemanes grandotes, que soñaban con la revolución mundial, a través de cuyos profundos y sorprendidos ojos azules las selvas tropicales de Centroamérica parecían el entramado justo para iniciar un proyecto utópico de grandes proporciones. Venía en calidad de voluntario, para colaborar con el rediseño del Ministerio de Educación nicaragüense, en la era post-somocista. Y se casó con una "nica" guapa y carnosa como todas, con grandes pechos y unas piernas extraordinarias. Era muy simpático escuchar a este alemán bienintencionado y generoso hablar en un español con fuerte acento nicaragüense.
Durante años no volví a saber de él, pero en cierta ocasión alguien me dijo que había vuelto a su país, con la hermosa "nica" a cuestas y tres hijos. También me indicaron que estaba trabajando en una universidad de Rostock, en la antigua República Democrática Alemana.
TERCER MUNDO
Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge
Voula era una griega preciosa, compañera de un gigantesco cocinero turco. Ambos eran propietarios de un pequeño restaurante que se ubicaba en el sector oeste de Berlín. Bien conocido por su nombre, Tercer Mundo, el lugar era frecuentado sobre todo por intelectuales decadentes y exiliados que procedían de varias partes de América Latina, Asia y África.
Tuve la suerte de visitarlo por primera vez, cierta noche en que una pareja de amigos, él alemán y ella chilena, me llevó al sitio para que probara la comida turca. Ahí la volví a ver. La había conocido en los pasillos de la Universidad de Berlín, cuando uno de los colegas me la presentó como una de las mejores estudiantes extranjeras en esa casa de estudios. En aquel entonces yo usaba una melena hirsuta y negra, la que cuidaba como si fueran mis ojos. Fue posiblemente eso lo que le llamó la atención, porque la forma extraña y escrutadora con que Voula me revisó de la cabeza a los pies, solo pudiera haber sido atribuida al impacto que mi voluminosa cabellera le produjera. En una ocasión, en el metro, dos alemanas me pidieron un cachito de pelo. Totalmente ebrias, esa madrugada me presté a que las dos bellas muchachas juguetearan con él durante todo el trayecto de regreso a mi departamento.
Pero cuando la conocí, Voula me miró de hito en hito por un buen rato. Luego me di cuenta que había cierta atracción. Sin embargo, la noche que visité su restaurante pude percatarme también de su excelente español, el cual quería practicar conmigo en el momento en que su cocinero turco se lo permitiera.
GLOBALIZACIÓN O ROMANTICISMO. LAS OPCIONES DEL FUTURO
Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge
Es un lugar común que los ideólogos de la globalización buscan, con vehemencia, meternos a todos en el mismo molde con el que ha sido diseñada la cultura norteamericana, para llamarla de alguna forma que tenga sentido. Y así como resulta tan difícil caracterizar a la supuesta civilización estadounidense, debido al collage mal digerido que ha llegado a ser con los siglos, es igualmente difícil encontrar una coherencia, un sentido, una orientación, en los argumentos de los epígonos de la globalización, debido a que todo se reduce a su simplísima y díscola tesis de que es bueno que todos pensemos, sintamos y actuemos igual. Tanta teoría y tanta discusión instrumental sobre las bondades de la globalización, no es más que mero manoseo de viejas tesis sobre las bondades del capitalismo. Las aspiraciones a la homogenización cultural del planeta son tan antiguas como la misma cultura burguesa.
Ahora bien, como la homogenización cultural supone que nosotros, simples seres humanos de a pie, estemos de acuerdo con que el capitalismo y la cultura burguesa son lo mejor que le ha sucedido a este solitario y desamparado planeta, uno de los ingredientes fundamentales que se nos quiere arrebatar es precisamente nuestra identidad. Con ella se quiere hacer un cóctel en el que se mezclen un poco de liberalismo, un poco de totalitarismo y más de intolerancia, con unos salpicones de guerrerismo e intervencionismo imperialista.
TRES POETAS LATINOAMERICANOS LEEN A OSCAR WILDE
Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge
Presentación.
Es muy difícil tratar un tema como este en América Latina, porque Wilde no sólo es un gran desconocido en nuestros países, sino también porque, junto a ello, se debe considerar la gran cantidad de prejuicios con los que llega su figura a un medio poco dispuesto a la literatura fantástica y menos a aquella escrita por un intelectual reconocidamente homosexual. En la tradición hispánica hay un ingrediente profundamente homo fóbico.
De tal manera que nuestro acercamiento a Wilde por vía de estos tres grandes escritores latinoamericanos, tiene la intención de rescatar “su forma de ver” la literatura y la estética wildeanas, pero también elaborar algunos detalles muy particulares y atractivos sobre las valoraciones hechas por estos tres autores sobre la vida y obra del escritor irlandés2.
Este año, en el que se cumple el 150 aniversario del nacimiento de Wilde (1854-1900), para los lectores latinoamericanos, como el autor de estas líneas, interesados en su literatura y en su biografía, tan llena de contrastes y de violentos altibajos, era muy importante recuperar el juicio crítico y personal de tres escritores latinoamericanos que se acercaron al escritor irlandés con cariño, solidaridad y, a veces, dureza, para tener, al menos, una idea de la forma en que nuestros intelectuales toman y evalúan las pulsiones de la cultura universal a través de personas, situaciones y momentos críticos.
OSCAR WILDE EN AMÉRICA LATINA
Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge
El 16 de octubre de este año se cumplen ciento cincuenta años del nacimiento de Oscar Wilde, poeta y narrador irlandés, sobre quien se han escrito y dicho infinita cantidad de cosas, no siempre ciertas, justas o generosas. Porque Wilde representa para muchos el punto pico de la crítica contra los prejuicios y convencionalismos de la sociedad burguesa, de la Inglaterra de la era victoriana en particular. Tanto así como para que terminara en la cárcel durante dos años, y la abandonara en el mayor estado de desamparo y sequía literaria.
Este mártir, este autoinmolado y denostado poeta maldito, nos ha dejado una obra literaria importante, quizás para muchos de poco peso específico en la literatura de lengua inglesa, pero, para otros, de gran calibre moral y cultural. Entre estos últimos encontramos algunos latinoamericanos que lo conocieron, lo leyeron y lo siguieron con cariño y respeto, aunque con cierta distancia y cautela también. Valga mencionar, entre ellos, a José Martì, Rubén Darío y Jorge Luis Borges, para quienes el poeta irlandés representa la cima de la elegancia literaria y personal, pero también el más notable ejemplo de hasta donde puede llegar un artista, un intelectual, por defender sus convicciones morales, artísticas, y, por qué no, hasta sexuales.
GLOBALIZACIÓN Y HUMANISMO. ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL LEGADO DE JOSÉ MARTÌ (1853-1895)
Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge
La propuesta
Hace varios años, en algunos de nuestros libros2, intentemos construir un proyecto mediante el cual fuera posible iniciar una reflexión sentida y bien pensada, sobre los grandes problemas de que iba sembrando el camino de la civilización, la tantas veces mentada y poco comprendida globalización. Porque tenemos entre manos un dilema: o abrasamos la globalización como un proceso de civilización con todo lo que ello implica, desde la perspectiva de la cultura, los deseos, sentimientos y pretensiones de los hombres, dentro de la órbita burguesa más clásica y consistente; o la visualizamos oblicuamente, es decir con sentido crítico, ponderación y cálculo político, como sugieren algunos escritores, artistas y poetas en la Europa de nuestros días, más vital, imaginativa y poderosa que nunca.
Nuestro proyecto ha continuado, casi sin interrupciones importantes, hemos publicado otros libros, en los que se desarrolla con más detalle nuestra idea, y hasta el momento algunos descubrimientos nos han sorprendido estoicamente. Si en la Europa de los últimos cincuenta años el humanismo está viciado por el pesimismo y la desesperanza, a pesar de las enormes dosis de vitalidad e imaginación que despliega en nuestros días la juventud de esos países, cada relectura de los clásicos de la cultura europea se encuentra con la dificultad instrumental y teórica de que los hombres y mujeres del presente no los entienden, ni tienen interés por entenderlos.
RESEÑA DE LA ANTI-GLOBALIZACIÒN
Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge
Presentación.
En una experiencia reciente, que tuvimos a raíz del apoyo recibido de parte de CAERENAD de Canadá sobre globalización, humanismo y Anti-globalización, en Costa Rica, algunos maestros, profesionales y académicos tuvimos la oportunidad de reflexionar un poco sobre lo que es y no es la globalización, así como sus posibles consecuencias para nuestros pueblos, los de América Latina.
En dicho foro surgió la evidencia abrumadora de que, en un país como Costa Rica, el concepto de globalización, así como sus distintas expresiones sociales, culturales, económicas, políticas e ideológicas son escasamente conocidas por la mayoría de la población. Se tiende a manejar más que nada un conjunto de clichés y de tópicos, la mayor parte del tiempo sacado de los periódicos nacionales, los cuales no podrían ser considerados, de ninguna manera, entre los mejores del mundo. Esta pobreza informativa, todos lo sabemos es conveniente, porque si estamos con la globalización, y sus implicaciones, evidentemente no diremos nada que la perjudique.
LAS ENSEÑANZAS DE EDWARD SAID
Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge
Empecemos por anotar que existen muchas formas de hacer antiimperialismo. Están aquellas que se despliegan en las trincheras militares, como las que realiza el pueblo iraquì contra la ocupación extranjera. Otras que se realizan en las instituciones internacionales, la ONU por ejemplo, donde se oyen las voces de aquellos que difícilmente podrían ser escuchados en otros escenarios, como sucede con Cuba. Pero están también aquellas otras, mucho más silenciosas, lentas y sinuosas, cuyos productos y resultados hay que esperar, a veces, durante bastante tiempo, y con las cuales se requiere tener un cierto nivel de paciencia y entrega, para no caer en manos del desaliento, como son las expresiones académicas e intelectuales contra el imperialismo y sus distintas manifestaciones.
Entre esos intelectuales y académicos se encuentra Edward Said, el notable escritor palestino que dedicó gran parte de su vida al estudio de la literatura inglesa, y que, como profesor universitario en los Estados Unidos, supo hacer llegar a sus estudiantes y lectores un tratamiento muy distinto del convencional sobre los asuntos así llamados “orientales”, no sólo en ese país sino también en Europa y otras latitudes.
RELEER A TOLSTOI
Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge
Con frecuencia, parafraseando a Borges, uno puede decir que le agradece a la vida más los libros que ha leído, que los que ha tenido la oportunidad de escribir. Y con la La Guerra y la Paz, del escritor ruso León Tolstoi (1828-1910) sucede exactamente eso; porque se trata de una novela que fue escrita para la eternidad.
La vigencia de esta novela es a todas luces asombrosa. Tal vigencia no radica en el maravilloso anecdotario realista con el que está tejida, puesto que, de haber sido así no hubiera pasado de ser un sencillo pero rico documento histórico, sino en el enorme y complejo edificio moral, humanístico y personal que Tolstoi logró levantar, para darnos una lección invaluable sobre los horrores y la imbecilidad de la guerra.
Con esta novela se aprenden muchas cosas. Una de ellas es que la ausencia de guerra no es necesariamente la paz.
PREMIO NOBEL PARA LA SENCILLEZ
Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge
La sencillez, la claridad, la transparencia, son virtudes que muy pocos escritores contemporáneos tienen. Y menos en América Latina. En América Central, pareciera que algunos se han saltado el "boom" de los años sesenta, razón por la cual han vuelto a escribir y retomar temas y problemas que recuerdan a Cortázar, Vargas Llosa, Fuentes y Márquez, en un momento en que el lector crítico y relativamente consciente demanda más desafío y sentido común. El otro lector, el frívolo y acomodaticio, busca en los supermercados y en los aeropuertos a escritores que le narren aventuras en las selvas de América Latina y Asia, que le cuenten historias de sexo donde no haya sexo y sobre brujos neocolonialistas que juegan críquet en los aires de academias imposibles. Este tipo de lector no quiere ser sacudido, solo quiere ser amodorrado.
Desgraciadamente, para algún sector de la intelectualidad europea y norteamericana, los escritores latinoamericanos siguen siendo escritores "exóticos" con quienes viene el caos y el baturrillo de las junglas repletas de jaguares y tucanes multicolores, como la batahola urbana de ciudad de México, para poner solo un ejemplo, donde todo es posible, sin perder el cardumen exótico que tanto atrae a los lectores de los países centrales, delirantes de nostalgia imperial y glorias colonialistas.