Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
Share this

Inicio de Usuario

Suscríbete!

Formulario para suscribirse

*Pinche y complete los datos para recibir en su e-mail cada número nuevo de nuestra revista.

Rodrigo Quesada M.

Perfiles Culturales


ÓSCAR WILDE Y REINALDO ARENAS.

ENIGMAS DE PASIÓN.

La libertad no se define, se ejerce.
Octavio Paz.

Rodrigo Quesada Monge[1].


Introducción.

Este es un ensayo sobre la pasión por la libertad y el goce de expresarla abiertamente. Aunque requiere un esfuerzo considerable encontrar a escritores, poetas, músicos o pintores que logren, de manera armoniosa y fructífera, enlazar ambas dimensiones del arte, es conveniente y útil hacer el intento. Más aún cuando se trata de escritores como Óscar Wilde (1854-1900) y Reinaldo Arenas (1943-1990), uno irlandés y el otro cubano, para quienes la libertad y la belleza son las dos caras de un mismo asunto: la vida.

El movimiento pendular que caracteriza a la obra de estos dos grandes escritores, entre la sutileza más excelsa y el desenfado más escabroso imaginable, es el eje vertebral que hace vibrar la riqueza sin límites de sus distintos medios de expresión estética e intelectual. No es posible concebir a un Óscar Wilde que reflexiona sobre la belleza, el arte, la buena conversación, y el buen comer, sin que sus valoraciones tengan algún grado de incidencia política, trabajada con la laboriosidad de orfebre del buen ironista y el sarcasmo penetrante de quien conoce las fisuras y debilidades de su objeto de crítica. Lo mismo sucede con Reinaldo Arenas, también un “escritor en las orillas” como diría Beatriz Sarlo refiriéndose a Borges, sólo que en este caso, las riberas en las que se despliega el arte y el pensamiento de Arenas son aquellas que la revolución cubana, en su etapa más dura, le permitió avizorar.

A Wilde la justicia victoriana lo silenció, o quiso silenciarlo, porque él les puso el espejo al frente, sin empacho alguno. Elías Canetti (1905-1994) decía que la era victoriana tenía una grandeza nutrida sobre todo de sus fracasos y omisiones. Esos defectos y problemas precisamente hicieron intolerable el espectáculo que Wilde quería obligarlos a ver. La supuesta justicia revolucionaria, en un primer momento, silenció a Reinaldo Arenas exactamente por lo mismo. Para estos dos autores, y así lo probaron en la práctica, la vivencia de la libertad no es un asunto puramente teórico. Existe una relación muy estrecha entre nuestras nociones de la belleza y sus eventuales resultados políticos, entendida ésta, la política, como la forma más efectiva para que los seres humanos, en grupos e individualmente, disfrutemos la riqueza que la sociedad y la naturaleza son capaces de ofrecernos. Si no toda la cultura occidental rodaría por los suelos. Porque la política no es sólo el ejercicio, habilidoso o torpe, del poder.

Con este ensayo aspiramos a orientar al lector, para que, según sugería Octavio Paz (1914-1998), aprenda a escuchar lo que los poetas tienen que decir sobre temas tan diversos como el arte, la belleza, la pasión y la política. La sordera del lector contemporáneo es insigne en muchos aspectos, como veremos. Por lo tanto, llegó el momento en que es posible retomar lo que estos dos grandes maestros de las letras nos tienen que decir, sobre una sociedad en la que el anonimato les ha borrado completamente el rostro a las personas. Se trata, por desgracia, de un anonimato muy bien trabajado, donde no interesa lo que uno piense, sienta o haga, en el tanto en cuanto ejerza su creativa labor de consumidor. Se trata de un anonimato rentable, que deglute mercancías y genera ganancias. Las opciones para ser persona se han reducido en un universo repleto de posibilidades, y eso es un enigma. Es un enigma también que hoy la belleza y el talento, la inteligencia y la sensibilidad se hayan elaborado a tal extremo que se confunden con productividad, rentabilidad y rendimiento. De todo esto trata este ensayo.

Escáner Cultural nº: 
139
Perfiles Culturales


MEDITACIONES LIBERTARIAS

EL ESTADO

Por Rodrigo Quesada[1]

El Estado es el principal enemigo del pensamiento y del quehacer de los anarquistas, en cualquiera de sus variantes teóricas y prácticas. Pero también de los liberales y de los neoliberales. La diferencia más cristalina entre ambos enfoques, reside en que, para los primeros, el Estado es el obstáculo mayor para acercar constructivamente la libertad a la justicia. En tanto que, de acuerdo con los segundos, el Estado es el obstáculo más notable en el acercamiento de la libertad a la competencia. Para los anarquistas la libertad y la justicia deberían articular una ecuación operativa con la igualdad, cosa que hace imposible la intervención autoritaria del Estado. Para los liberales, la libertad y la competencia deberían configurar una ecuación con la desigualdad, cosa que facilita parcialmente la intervención regulada del Estado. Por eso los liberales nunca han renunciado totalmente a la participación del Estado, cuando ha sido necesario, pues logra salvarles el pellejo en momentos de crisis económica, social o política.                                          

Si pensamos que a lo largo de unas dos terceras partes de la historia de la humanidad se ha vivido sin Estado, resulta inoperante el argumento de algunos teóricos burgueses según el cual es inimaginable una sociedad sin dicha maquinaria de fuerza, opresión y manipulación[2]. Tales teóricos gustan replicar que el anarquismo es impracticable por utópico, iluso, anti-político y controversial. Para los anarquistas, el razonamiento va por otro lado: lo que resulta impracticable es el Estado, pues la mayoría de sus teóricos han hecho un esfuerzo descomunal para demostrar que la existencia del Estado no reposa sobre la fuerza y los manejos del poder, cuando es todo lo contrario. 

El monopolio del ejercicio de la fuerza es una maldición para el Estado y sus cultores, pues nada puede ser más estúpido que defender la instalación de la dictadura del proletariado, para sustituir a la dictadura de la burguesía, como hacen los marxistas. En estos casos, el anarquista es controversial porque rechaza ambas posibilidades, y por eso se le acusa de impráctico. Dejando de lado al cruel y contundente testimonio de la historia, con relación a las dictaduras, tanto burguesas como proletarias, los anarquistas tienen claridad absoluta, sobre que la mayor aspiración del Estado y sus epígonos es el poder de controlar la vida de las personas en el futuro. 

 

Escáner Cultural nº: 
138
Perfiles Culturales

 

MEDITACIONES LIBERTARIAS

LA LIBERTAD.

                  

Por Rodrigo Quesada[1]

Resulta bastante complejo, para cualquier escritor de temas políticos y sociales, por más habilidoso que sea, el abordaje de un asunto que es, al mismo tiempo, sumamente abstracto y concreto. En el primer caso, en el nivel de la abstracción, la lógica formal indica que la densidad de la misma estaría en relación directa con el hecho de si, buscamos representarnos la libertad en el ámbito espiritual y racional, o lo hacemos únicamente en la esfera del lenguaje, de la pura retórica. En el segundo caso, esto es, en el nivel de las concreciones, la libertad se nos configura como un entramado, un utillaje con el cual buscamos instrumentalizar instituciones, organismos sociales, comunidades y grupos organizados.

Sería conveniente elaborar una aproximación al problema en la cual los dos ámbitos anteriores pudieran estar presentes, operar y ofrecer respuestas articuladas en conjunto. Es decir que, el analista que se proponga reflexionar sobre la libertad pueda moverse entre los dos niveles con absoluta flexibilidad, sin rigidez, ni mecanicismos invasivos a la hora de que su enfoque adquiera la estatura de una propuesta factible, viable, asequible para todos.

Son pocos los autores que logran la competencia descrita en los dos párrafos anteriores. Uno de ellos fue Isaiah Berlin (1909-1997), cuya obra, en su totalidad, giró, de uno u otro modo, en torno al problema del ejercicio abstracto y concreto de la libertad[2]. Pero este autor fue uno de los principales teóricos del liberalismo, ese conjunto de ideas y de prácticas que ha tenido una enorme influencia en el desarrollo de la historia política y social del Occidente burgués, durante los últimos tres siglos. Resulta que la libertad que propone el liberalismo, no es la misma que aquella fomentada, sistematizada y vivida por los anarquistas, durante el mismo período.

Para los anarquistas, felizmente, la libertad no es solo un asunto que deba ser discutido en el plano abstracto o físico, sino que es, antes que cualquier otra cosa, una vivencia. Nadie podría ser más claro en ese sentido que Esteban de La Boétie (1530-1563), el precoz y genial pensador francés, para quien la libertad era simplemente un hecho natural. Decía:

 “Una sola cosa hay, cuyo deseo la naturaleza, yo no sé cómo, deja de inspirar a los hombres: la libertad, que es, sin embargo, un bien tan grande y deseable que, una vez perdida, todos los males sobrevienen, y aun los bienes que quedan después periten por completo su gusto y sabor corrompido por la servidumbre. Sólo a la libertad no la desean los hombres, y no por otra razón, al parecer, sino porque, si la desearan, la tendrían como si se rehusaran a hacer esta bella adquisición sólo porque es demasiado fácil”[3].

Escáner Cultural nº: 
137

EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL. LOGROS Y PERSPECTIVAS

Rodrigo Quesada Monge, Costa Rica

Conceptualización inicial.

Vamos a entender por movimiento estudiantil al conjunto de organizaciones, estrategias y acciones que conducen al bienestar de los estudiantes, en cualquiera de sus niveles educativos, y que prefiguran un ejercicio independiente del poder en su beneficio. Puede verse que esta es una definición articulada en torno a dos grandes preocupaciones:

• Si las organizaciones y las acciones estudiantiles posibilitan el ejercicio del poder, cuando no es posible un apoyo directo del estado.

• Si las estrategias y el movimiento estudiantil conducen al pleno desarrollo de las personas y de los colectivos que las integran, en todos los terrenos posibles: humano, académico, en la salud, en los aspectos financieros y materiales que hagan del estudio un disfrute y no un sufrimiento cotidiano.

En estas condiciones, el sistema capitalista y la civilización burguesa, desde sus momentos más álgidos de crecimiento y expansión han probado ser totalmente incapaces de satisfacer esas dos condiciones esenciales a que hacíamos referencia arriba.

Leer artículo completo

LEÓN TROTSKY (1879-1940) Y LOS INTELECTUALES DE HOY

Rodrigo Quesada Monge, Costa Rica

Hablar hoy, del gran revolucionario ruso, arquitecto junto con Lenin (1870-1924) de uno de los procesos de transformación social más decisivos del siglo XX, en uno de los países más atrasados de Europa, es una buena excusa para recordarnos a nosotros mismos que este año de 2006 es uno repleto de efemérides, puesto que también nos vienen a la cabeza Federico García Lorca (1898-1836), junto con el setenta aniversario de la guerra civil española (1936-1939), además del extraordinario dramaturgo alemán Bertolt Brecht (1898-1956), y la tierna pero enérgica figura del compositor ruso Dimitri Shostakovich (1906-1975), sin dejar de mencionar también a nuestro querido Carlos Salazar Herrera (1906-1980).

La recordación de todos estos pensadores y artistas puede ser meramente un ritual con afanes de conjuro ante la soledad y el desamparo que nos sobrecogen en el presente, debido a la desilusión y a la inoperancia que, en apariencia, evocan el quehacer artístico e intelectual. Sin embargo, como recomendaba el recordado Edward Said, la labor académica, de creación intelectual y artística, no debería quedarse encerrada entre las cuatro paredes de un gabinete universitario, de una aula o de un salón de conferencias. La responsabilidad intelectual, agregaba Sartre, es una "pasión moral" que con las acciones y resultados provocados por los hombres tendría que convertirse, tarde o temprano, en una "moral de la pasión".

Leer artículo completo

DE UNA FÁBRICA DE LICORES A CENTRO DE ARTE

Rodrigo Quesada Monge, Costa Rica

Costa Rica estableció una fábrica nacional de licores, allá por mediados del siglo XIX, poco después de que la invasión extranjera fuera repelida, y con el afán de extraerle a la población algunos impuestos que le hicieran posible al estado costarricense recuperarse ligeramente del impacto de la invasión, y de la crisis demográfica que había padecido la nación a consecuencia de la cantidad de cadáveres que el cólera, otro efecto de la guerra, había dejado insepultos en los campos de batalla, y principalmente en los ríos.

Las instalaciones de esa fábrica de licores, que abasteció durante años a los bares y cantinas de nuestro pueblo con el aguardiente requerida para olvidar penas y problemas, se encuentran en el puro centro de la ciudad de San José, un lugar feo y triste, donde los costarricenses fuimos capaces de convertir, por ejemplo, el viejo y bello edificio de la biblioteca nacional, en un parqueo para automóviles. Hemos arrinconado en la memoria a los barrios de clase, cuyas edificaciones hoy han terminado en manos de extranjeros quienes las han convertido en hoteles, hostales y moteles. El esfuerzo que tendrá que hacer la municipalidad de San José, para devolverle a la ciudad el glamour que alguna vez reportaran los viajeros anglosajones y franceses de fines del siglo XIX como algo irrepetible en el resto de Centroamérica, tendrá que ser ingente y generoso.

Pero las instalaciones de la fábrica nacional de licores, hoy convertidas en un centro de arte, donde los silos, la tubería y los alambiques abrieron paso a teatros, salas de conferencias y oficinas de investigadores y promotores de la cultura, pueden terminar convirtiéndose, finalmente, en un supuesto centro cívico, donde el actual Presidente de la República, Premio Noble de la Paz, y el latinoamericano con más doctorados honoris causa (46), piensa trasladar la casa presidencial. 

Leer artículo completo

LOS ANARQUISTAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939). LA HISTORIA Y SUS PROBLEMAS

Rodrigo Quesada Monge, Costa Rica
Nota introductoria.

En la contraportada del magnífico libro del historiador norteamericano Paul Avrich, un estudio que le tomó treinta años de trabajo para recuperar las fuentes del anarquismo en los Estados Unidos, se dice lo siguiente:

"De todos los movimientos sociales importantes, el anarquismo ha padecido los mayores malentendidos sobre su naturaleza y sobre sus objetivos. Ningún grupo ha sido tan calumniado y mal interpretado por las autoridades o más temido y detestado por el público. ¿Pero quiénes fueron en realidad los anarquistas? ¿Qué tipo de personas eran? ¿Por qué se hicieron anarquistas? ¿En qué actividades participaron? ¿Cómo hicieron frente a los insultos de la gente y a la persecución y al acoso de los representantes oficiales? ¿Qué pretendían y qué consiguieron? ¿Cambiaron sus nociones sobre el anarquismo a lo largo de los años? ¿Se arrepintieron de algo o se sintieron desengañados?" [2] .

Ese fragmento recoge, con mucho, el serio problema que tiene entre sus manos el historiador del pensamiento, el quehacer y las acciones de los anarquistas. Y el asunto con la guerra civil española (1936-1939) no está exento de él. Nos referimos a la ingente masa de prejuicios que existe contra el anarquismo y los anarquistas. No pretendemos, entonces, con esta corta intervención, conjurar todo el mal, las distorsiones y maledicencia que han provenido de la derecha y de la izquierda contra el anarquismo. Resulta, sin embargo, indigestible la cantidad de sandeces y frivolidades que algunos supuestos intelectuales de izquierda se dejan decir sobre el pensamiento y la historia de las acciones anarquistas.

Leer artículo completo

LA HISTORIA ES UNA CARRERA ENTRE EDUCACIÓN Y CATÁSTROFE

Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge

Me temo que la frase excelsa de H. G. Wells (1866-1946) con que titulamos este breve ensayo recoja apenas, en el nivel estilístico, lo que, con detenimiento espiritual, esboza o difícilmente insinúa. Nunca fue más cierta que hoy día, cuando nos hemos acostumbrado a vivir con la violencia en todos los niveles del desarrollo humano, como si fuera una virtud, un talento o una habilidad particular. Ser violento, en nuestros tiempos, es una forma lúdica de hacernos creer que estamos vivos, que tenemos el poder, que controlamos nuestras pequeñitas existencias. La cotidianidad se ha saturado de tanta violencia que nuestros amaneceres rara vez tienen atardeceres en lugares como África, Asia o América Latina.

Pero existe la violencia de quien se encuentra solo y la violencia de aquel que se halla abrumado por una compañía ruidosa, exuberante e impertinente. La primera es la de los dictadores, megalómanos y tiranuelos de toda ralea. La segunda es la de las masas, la de las colectividades anónimas, aquellas vulnerables al seductor sonido de las promesas, de los paraísos de ficción y de las utopías sin sentido de la realidad. Porque creemos que las utopías son los andamios ciertos, justos y justificados para los que se encuentran en el más gélido desamparo, y a quienes deberíamos educar para impedir que los hombres solitarios se los arrebaten. 

Leer artículo completo

LOS BEMOLES DEL TLC EN COSTA RICA

Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge

Las discusiones, reflexiones, críticas y contra críticas, los chismes y los traumas que ha producido la posible aprobación, o desaprobación del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos en Costa Rica, han abierto un boquete insuperable en la democracia convencional que se practica en este país centroamericano. Considerada por mucho tiempo una de las repúblicas latinoamericanas con mayor trayectoria democrática, el TLC y las recientes elecciones presidenciales, ganadas por el premio Nobel de la Paz Oscar Arias Sánchez, Costa Rica se ha visto enfrentada, casi de repente, con una de las decisiones económicas, sociales, políticas y humanas más trascendentales de sus últimos cincuenta años de historia.

Aparte de que Arias Sánchez llega al poder por segunda vez mediante un malabarismo anti constitucional de lo más obsceno que nadie pueda imaginar, el TLC y su conjuro ponen en evidencia la gigantesca ingenuidad (que no ignorancia) de que hacen gala nuestros pueblos, cuando de tomar decisiones vitales se trata. En Costa Rica, el resultado de las pasadas elecciones fue una forma de llamar la atención de nuestros políticos, respecto a que las tareas y compromisos históricos no siempre coinciden con los gestos, el divismo y la parafernalia del oportunismo electoral en que nos sumen cada cuatro años. Nuestros pueblos han aprendido a despejar la diferencia que existe entre la estupidez consciente y la inconsciencia del estupor.

Leer artículo completo

UTOPÍA Y ANARQUÍA EN EL DISCURSO HISTORIOGRÁFICO CONTEMPORÁNEO

Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge

Preliminares.

Difícilmente uno puede acercarse a los grandes debates historiográficos contemporáneos sin considerar una crisis: el desmantelamiento de los relatos todo-compresivos, no siempre sustentados en investigación de primera mano, y su reemplazo con pequeños universos temáticos donde las categorías de espacio y tiempo están sujetas a los avatares que dictare el material documental disponible. Este problema se agrava, si pensamos en que nociones como las de utopía y anarquía han recuperado algunas de sus aristas históricas más ostensibles en contextos académicos, hermenéuticos y políticos que en el pasado creyeron ver en ellas, sólo los delirios de iluminados revolucionarios de gabinete.

Uno de los libros recientes que mejor recoge esa angustia es precisamente el que hubiese escrito Fredric Jameson, titulado en inglés Las arqueologías del futuro (Londres: Verso Books. 2005), en el cual se sistematiza de manera sabia y precisa el contorno general del debate sobre nuestros afanes para la construcción de una "utopía más realista y asentada en el piso de lo cotidiano, que se supone es lo más auténtico de nuestras vidas".

 

Leer artículo completo

Perfiles Culturales


LAS CRISIS ECONÓMICAS EN EL SISTEMA CAPITALISTA. ELEMENTOS PARA SU HISTORIA.

Por Rodrigo Quesada Monge [1]

Introducción.

Hablar de crisis económicas hoy resulta tan baladí y, sin embargo, al mismo tiempo, tan complejo, que escribir sobre el tema se hace necesario en vista de la enorme cantidad de prejuicios, distorsiones y frivolidad que predominan.

Para los griegos de la Antigüedad Clásica el concepto de crisis invitaba a pensar inmediatamente en su superación, pues venía aspergeado de una buena dosis de optimismo y, sobre todo, provocaba la reflexión hacia las distintas posibilidades de superación que el concepto exigía. Aristóteles hablaba de crisis cuando se trataba de fracturas en la racionalidad con que los hombres pueden desenvolverse en los asuntos civiles. Para él la crisis quebraba esa lógica y obligaba a los hombres a imaginar nuevas salidas, nuevas alternativas para mejorar la solución de los problemas y los desacuerdos sociales. Pero nunca pensó la crisis como una forma de quietismo, de estancamiento. De tal forma que, con los griegos, aprendimos algo que en la cultura occidental se ha olvidado por completo: la crisis exige cambio, aproximarse a los asuntos de los hombres y de la sociedad con la fuerza de la esperanza, y la absoluta confianza en el poder humano para resolver conflictos y debates, criterios y argumentos distintos.

En tiempo de crisis por guerras, clima o enfermedad, el griego se lanzaba a los torneos, al teatro, a la lucha libre y al deporte en general, así como a los festivales de oratoria y artes dramáticas. Los romanos exacerbaron los avances de los griegos y los substituyeron por el circo. El peso específico del poder de la racionalidad y de la espiritualidad humana para atender a las épocas de crisis cedió su lugar, en la Edad Media, al poder de Dios. El feudalismo era un sistema económico y social en el que la fuerza de la solidaridad era tal que se le dejaban a Dios la solución de las crisis, de aquí su enfoque un poco más allá de la ética, y un poco más acá de la metafísica aristotélicas. Se volvía contemplativo frente a las crisis, el hombre del medioevo.

La burguesía, en cambio, más avariciosa que ahorrativa, más emprendedora que reflexiva, obsesionada con la medición del tiempo y la cuantificación de sus gastos convirtió a la crisis en una tragedia, porque era una tragedia que tenía que ver con sus procesos y mecanismos de acumulación de riqueza. Y la acumulación era la espina dorsal de ese sistema económico que vino al mundo en la segunda parte del siglo XVI y que, hoy, entre los estertores y el barullo de una crisis total, trata de hacer frente a sus limitaciones y de salir adelante, no como lo hacían los griegos, en medio de la algarabía de la esperanza, ni como lo hacían los monjes contemplativos medievales, en medio de rezos y sahumerios, sino, todo lo contrario, sirviéndose del despojo y el arrinconamiento del que menos tiene. Siempre se acumula a costa de otros, y, cuando así no sucede, aparece la crisis, según la burguesía. Veamos por qué.

Escáner Cultural nº: 
136

EL PENSAMIENTO ANTIIMPERIALISTA DE OCTAVIO JIMÉNEZ

Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge

Presentación.

Como historiadores, a lo largo de los últimos diez años, hemos trabajado intensamente con el afán de recuperar, para la memoria de los hombres y mujeres del presente, el pensamiento y la creación literaria de ciertos autores costarricenses escasamente conocidos 2, cuyo legado de independencia, libertad, honestidad e integridad intelectuales, debiera ser un punto de referencia ineludible. Al leer este tipo de autores y creadores, sentimos que se nos devuelve la armonía con el arte y la sabiduría, en un momento en que todo parece haber sido contaminado por la frivolidad y la indiferencia. Volver a ellos es recuperar el peso que debieran tener en nuestras vidas el arte, la bondad y la solidaridad; sobre todo hoy, en un país como Costa Rica que viene dando tumbos en forma irreversible, que sólo encuentra oportunistas elocuentes y saqueadores bien vestidos para dirigirlo con el criterio de quienes lo consideran su predio personal.

Uno de esos intelectuales de altos vuelos fue precisamente el abogado y escritor costarricense Octavio Jiménez Alpízar (1895-1979), mejor conocido por su nom de plume como Juan del Camino. También aspirante a diputado del Congreso Nacional de la República , entre los años 1936-1940, escribió en Repertorio Americano , la revista que por casi 40 años (1919-1958) editó Joaquín García Monge (1881-1958), unos 396 artículos que él llamó Estampas, y en los cuales, posiblemente, se encuentre algo de lo màs logrado y sistemático del pensamiento antiimperialista latinoamericano, pero sobre todo costarricense, de la primera parte del siglo XX.

En esos artículos, Jiménez Alpízar reflexionó sobre una amplia y rica diversidad de temas, desde el antiimperialismo en sus distintas expresiones, hasta la guerra civil española (1936-1939), pasando por las diversas biografías del fascismo y de las dictaduras 3.

Leer artículo completo

COLAPSO MUNDIAL Y GUERRA

Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge

Este es el sugestivo título de un libro recién publicado en Costa Rica, por un autor ampliamente conocido en el medio académico internacional por sus análisis sobre la situación económica, política, militar y cultural de la época presente. Tuvimos el privilegio de leer el texto en su versión seminal, y lo hemos visto crecer con los meses y convertirse en un trabajo, en un ensayo cuya profundidad, altos vuelos y ambiciones propositivas no tiene nada que envidiarle a textos similares producidos en otras partes del mundo, y de esta América Latina nuestra repleta de intelectuales inquietos, imaginativos y portadores de una beligerancia de extraordinaria productividad. Este es el caso del Profesor Eduardo Saxe-Fernández, Catedrático de la Universidad Nacional de Costa Rica desde hace muchos años.

No pretendo, en esta ocasión, referirme al texto como una mercancía, a la cual describimos desde afuera sin compromiso intelectual o emocional. Me toca personalmente el texto de Eduardo, porque me ha introducido en una nueva manera de leer y de interpretar las así llamadas Ciencias Sociales. 

Leer artículo completo

CON EL QUIJOTE, MÀS UTOPÌAS Y MENOS REALISMO

Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge

Con permiso de los cervantistas, como decía nuestro querido Azorìn, Don Quijote sigue en nuestros corazones por su enorme potencia para la utopía. Hoy esto es más significativo todavía, debido, en gran parte, a que las personas han terminado siendo sustituidas por las mercancías. El Siglo XVII, el siglo de Cervantes, el Siglo de Oro español, llegó a ser una extraordinaria caja de herramientas para los historiadores interesados en el desarrollo y crecimiento del sistema capitalista, porque en él y con él se cumplían y entraban en la madurez un conjunto de conquistas que, como las llama Arciniegas, hacían que América completara el mundo.

Pero el siglo XVII, al mismo tiempo que tiene pendientes un conjunto importante de temas aún mal trabajados por los historiadores, debido, en gran medida, a la eficiente tarea de demolición realizada por los españoles en América, nos dejó entrever la posibilidad de que también aquí fuera posible la existencia de Sor Juana Inés de la Cruz. Ambas dimensiones de la ensoñación, la de Cervantes y la de Sor Juana, nos hacen recordar que, muy por encima del exceso de realismo y de racionalismo característicos del siglo, considerado por algunos como aquel en el que realmente nace la modernidad, están estrechamente ligadas por un lazo indisoluble que es el lenguaje. 

Leer artículo completo

HUMANISMO Y UTOPÍA, LA NUEVA IMAGEN DEL ANARQUISMO

Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge 

Cuando pensamos en el anarquismo, casi siempre su sola mención evoca a un terrorista con los ojos inyectados de sangre y odio, armado hasta los dientes y portando una carga de dinamita lista para ser usada contra cualquiera que le discuta o le cuestione la necesidad de que los ricos deben ser aniquilados. Esta imagen, que pudo haber recorrido los escenarios políticos de la Europa de finales del siglo XIX, es totalmente falsa en lo fundamental. La edad de oro del dominio de la burguesía, de la expansión imperialista y de los más violentos contrastes entre poseedores y desposeídos, produjeron una oleada de terrorismo individual en las ciudades más pobladas y civilizadas del capitalismo industrializado, arrogante y seguro de sí mismo. Rara vez las organizaciones y grupos anarquistas más responsables asumieron como suyos y legítimos los actos de terrorismo individual. Gran parte de los enfrentamientos y desacuerdos entre marxistas y anarquistas, al interior de la Primera Internacional de los Trabajadores (1864), fue provocado, precisamente, por la dificultad que existía, en ese escenario, para tolerar el terrorismo como una táctica justa y efectiva. Aún así, este tipo de práctica se cobró las vidas de políticos y líderes importantes de las clases dominantes, entre finales del siglo XIX y principios del XX, como sucedió con Antonio Canovas del Castillo (1828-1897), jefe del gobierno español en esa época, y responsable de las peores atrocidades contra los revolucionarios cubanos que luchaban por la independencia de su país. Sería ajusticiado por un anarquista español de 27 años de edad, Michelle Angiolillo y Galli. En 1901 el Presidente McKinley de los Estados Unidos es herido a balazos en Búfalo, y el magnicida, León Czolgosz, es acusado de anarquista por la policía y de agente provocador por los anarquistas. El Presidente muere y el terrorista es condenado a muerte. Y podríamos seguir citando varios de estos casos, como los asesinatos de algunos zares de la Rusia pre-bolchevique y de varios herederos a las coronas europeas antes de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

Leer artículo completo